El jet lag es un trastorno transitorio del ritmo circadiano que ocurre después de viajar a través de diferentes zonas horarias. A pesar de su carácter autolimitado, puede acompañarse de sintomatología tal como fatiga, insomnio, dolores de cabeza, dificultad para concentrarse, sueño excesivo, malestar gastrointestinal, náuseas o desorientación.
El jet-lag se produce por una disrupción entre nuestro reloj biológico interno y el reloj luz-oscuridad externo, que ocurre con el viaje en avión. El jet-lag puede ser breve o más prolongado, en función de la capacidad que tengamos de ajustar nuestro reloj interno al nuevo horario y al cambio en los patrones de luz y oscuridad. Existen personas más vulnerables a padecer jet-lag como por ejemplo los niños y los ancianos. Por otro lado, no todos los viajes confieren el mismo riesgo de jet-lag, siendo el riesgo mayor cuantos más husos horarios atravesemos y también si volvamos en sentido oeste-este.
Existen estrategias conductuales que pueden implementarse antes, durante y tras el viaje para tratar de acortar la duración del jet-lag.
En cualquier caso, si los síntomas de jet-lag persisten o desencadenan una situación de insomnio durante semanas, se debe consultar con el médico para implementar medidas que reajusten nuestro reloj biológico con el reloj ambiente.
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