Existen diferentes estudios de sueño que se pueden realizar. Elegir uno u otro dependerá de la sospecha diagnóstica que tenga el médico tras una primera visita, en la que se realiza una historia clínica detallada acerca del problema por el que consulta la persona.
Se describen a continuación los tipos de estudios de sueño más utilizados en la práctica diaria:
Es un tipo de estudio en el cual la persona debe quedarse a pasar una noche en el centro para poder ser monitorizado a lo largo de su sueño. Se colocan diferentes sensores para registrar la actividad cerebral, respiratoria, cardiaca y los movimientos corporales. Se pueden realizar registros más o menos complejos en función de la patología sospechada.
Es un tipo de prueba que actualmente se reserva para pacientes con sospecha de epilepsia, trastornos del comportamiento durante el sueño, movimientos anormales mientras se duerme o pacientes complejos que requieran una estrecha monitorización.
Se trata de estudios en los cuales al paciente se le entrega un dispositivo que se llevará a su domicilio para usar mientras duerme y así poder monitorizar su sueño. Se le explicará en consulta cómo colocarlo adecuadamente para que el registro sea correcto. Los dispositivos actuales son sencillos e intuitivos en cuanto al montaje y no interfieren con el normal descanso de la persona, lo que hace que el estudio sea muy representativo de la actividad nocturna habitual del paciente.
Actualmente, existen dispositivos de registro domiciliario que permiten medir la actividad respiratoria y cardiaca, la presencia de movimiento, la postura del paciente y los ronquidos, y que además permiten obtener datos acerca de las fases de sueño (arquitectura del sueño). Son sistemas de electrónica médica que precisan de experiencia y conocimiento a la hora de poder interpretar correctamente los resultados obtenidos, por lo que el doctor/a que tenga esta labor debe haber sido rigurosamente formado en este campo.
Se trata de dispositivos médicos que permiten recoger información acerca del ritmo circadiano de la persona. Consisten habitualmente en un reloj de pulsera que el paciente debe llevar durante una semana generalmente. Este dispositivo médico recoge información de manera continua acerca de movimiento, exposición a la luz y temperatura corporal, trasladándose después estos datos a representaciones gráficas de nuestro reloj biológico o ritmo circadiano. Son estudios cómodos para el paciente y que aportan información de gran valor al médico acerca de qué medidas no farmacológicas se pueden implementar con el fin de regular nuestro propio reloj biológico y, con ello, mejorar o curar un trastorno del sueño.