Bajo este epígrafe se engloban diversas enfermedades del sueño que tienen como síntoma cardinal la hipersomnolencia. La hipersomnolencia se describe como necesitar dormir más horas de lo habitual, o la incapacidad para mantenerse despierto cuando las circunstancias así lo requieren.
Una de las enfermedades de este grupo es la narcolepsia, en la cual las personas que la padecen pueden tener somnolencia diurna excesiva, a veces con ataques de sueño o con necesidad de dormir siestas breves para continuar con su actividad (“Tengo mucho sueño. Tengo que ir al baño a dormir cuando estoy en el trabajo y cuando llego a casa prefiero dormir a comer”), así como parálisis del sueño, sensación de soñar prácticamente nada más quedarse dormido y, en algunos casos, la aparición de debilidad muscular desencadenada por emociones (cataplejía).
Esta enfermedad suele desarrollarse en la adolescencia y su diagnóstico en muchas ocasiones se retrasa, por la demora del paciente o de sus familiares en consultar, achacando los síntomas a algo “voluntario”. En otras ocasiones, algunos médicos pueden no estar familiarizados con esta patología y retrasar también la derivación de estos pacientes al neurólogo. Sin embargo, es vital su diagnóstico temprano, ya que disponemos de tratamientos efectivos para corregir los síntomas, recuperando la calidad de vida y el rendimiento de los pacientes. Es algo crítico, ya que muchas personas que padecen narcolepsia y que no fueron diagnosticados de forma precoz han visto reducida su oportunidad para completar sus estudios o ha tenido problemas para conservar su trabajo, además de tener un riesgo aumentado de sufrir accidentes, más frecuentemente de tráfico.